17.8.12

Desde que nací tengo la suerte de haber compartido mi vida con una persona, alguien muy distinta a mí, de quien no me he separado más de un par de días. Quien me cuenta todo y yo del mismo modo, que siempre, lejos o cerca, tiene un ojo puesto en mí como yo en ella.
Nunca nos hemos parecido en nada. De pequeñitas ella era muy callada, muy pálida y vestía muy sencillo porque no le importaba, no necesitaba hablar si no tenía algo que decir a los demás, pero siempre encontraba las palabras adecuadas para tratar con la familia, para hacer la situación cómoda. Era astuta, observadora, muy inteligente, prudente y sensata. Calmada.
Por el contrario yo, teniendo solo justo cinco meses y veintitrés días más que ella, parloteaba a todas horas, si se me colaba un pensamiento era incapaz de contenerlo, fuese o no el momento. Siempre andaba inventando cosas, llegaba a ella con un juego nuevo, una trastada, dibujos, pululaba siempre llena de colores y vestida con toda clase de collares y adornos en el pelo.
Siempre he sido yo muy inconsciente, muy ilusa, no fue fácil nuestra infancia pero yo estaba completamente convencida de que no lo merecíamos, de que esa injusticia la iba a arreglar yo aunque me llevase mi tiempo entero, me encaraba y lo gritaba, lo escupía en las cenas familiares y ella me protegía. Me cuidaba, me suavizaba la rabia y me controlaba las ideas. Me entendía y me dejaba llorar. La noche y el día, que se dice.

No sería, ni buscando las palabras durante toda mi vida, capaz de describir esto. Capaz de contar qué es, qué nos une, cómo es sentir algo tan fuerte, tan intenso, tan infinito, tan mágico.
Pero no veo, no entiendo, no sé ni te podría decir por qué si ahora somos personas tan diferentes, tan opuestas, si si conociese alguien como ella la detestaría por egoísta, por conformista, por ser exactamente como todo el mundo y alejarse tanto de lo única que fue siempre... por qué, sin pensarlo, simplemente, con toda la sinceridad y todo el amor que soy capaz de llevar dentro, si llega a mi casa a las cuatro de la mañana porque está triste o no quiere dormir sola yo le acaricio la cara, la arropo en mi cama, le preparo un vasito de leche como sé que a ella le gusta y nos abrazamos.

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